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Qué ver y hacer en 1 día en Marrakech

  • Foto del escritor: Laura Martín Pérez
    Laura Martín Pérez
  • 18 nov 2018
  • 6 Min. de lectura

Y por fin tenéis nuestro primer día en Marruecos!! Por cierto, si queréis ver nuestro itinerario completo y cuánto nos gastamos, aquí tenéis el post que publiqué hace unos días:

¡Buenos días! O quizás no es exactamente lo que debería decir porque son las 3 y media de la mañana y no sé si eso ya puede considerarse de día… Bueno la cuestión es que hoy es el día, ¡nos vamos a Marruecos!

Nuestro vuelo sale a las 6 de la mañana y tenemos una hora de camino hasta el aeropuerto. Con un poquito de sueño, pero mucha emoción, llegamos al Aeroport del Prat donde a las 6:25 sale nuestro vuelo hacia Marrakech. Como solo íbamos a estar un día en la ciudad e íbamos con Ryanair, decidimos pagar 5 euros más por persona para llevar la maleta con nosotros y así no tener que esperarla al llegar allí. Además, como ya comenté en los preparativos del viaje, contratamos un transfer que nos llevaría directos al hotel.

Pues bien, tras unas dos horas y media de vuelo llegamos a Marrakech. Por suerte, allí es una hora menos, así que ¡ganamos una hora de visitar la ciudad! Pasamos bastante rápido el control de pasaportes y, nada más salir del aeropuerto, allí estaba nuestro transfer con un cartel del nombre del riad donde nos alojábamos.

Nosotros nos alojamos en el Riad Espagne y pagamos 20 euros con tasas incluidas por una noche en una habitación doble. La verdad es que el hotel estaba muy bien y la atención al cliente fue perfecta.

El aeropuerto de Marrakech está muy cerca de la ciudad, de forma que en unos 20 minutos ya estábamos allí (llegamos al hotel sobre las 9 de la mañana). Como era muy temprano, aun no tenían nuestra habitación preparada, pero pudimos dejar las mochilas allí y desayunar algo antes de empezar la ruta.

Ya casi eran las 10 cuando salíamos del hotel, así que aunque no era tan temprano como nos habría gustado, aun teníamos mucho día por delante para descubrir la ciudad.

Nuestro hotel se encontraba a 3 minutos de la Plaza Jemaa el Fna, el centro de la ciudad, así que esa fue nuestra primera parada, no tanto para ver la plaza, ya que está mucho más animada de noche, sino para encontrar un sitio donde cambiar dinero. La verdad es que no tendréis problemas en cambiar. Nosotros preguntamos en el hotel y nos dijeron una casa de cambio donde ofrecían el mejor precio que, casualmente, estaba en la plaza del centro, pero por el camino vimos otros sitios donde el precio era muy similar. Así que no os preocupéis por eso, en casi cualquier sitio os harán el cambio casi a precio real.

Después de cambiar dinero, nos dirigimos a la primera parada del día, el Palacio de la Bahía. Dicho palacio se encuentra a un cuarto de hora del centro y se puede llegar bastante fácil. Además, siempre podéis ayudaros de Google Maps, que aunque no tengáis internet sí os enseñará el mapa (siempre que lo hayáis abierto previamente conectados a internet) y vuestra ubicación. El precio de la entrada al palacio son 10 dirhams (1 euro) por persona. Se trata de un conjunto de edificios y jardines en estilo árabe de finales del siglo XIX, cuyo mobiliario fue desvalijado por las esposas, concubinas y sirvientes que el gran visir dejó atrás tras su muerte, de forma que solo se pueden ver los jardines, fachadas, techos y paredes.

El horario de entrada a los palacios suele ser de 9 a 16-17 h, pero mirar cada uno de los sitios que queréis visitar ya que cambian ligeramente, sobretodo dependiendo de la época en qué se visite (en verano suelen abrir más horas).

El palacio se encuentra en el barrio judío, el Mellah, de forma que tras salir de él paseamos un rato por las callejuelas del barrio, descubriendo varias tiendecitas marroquís muy tradicionales. Además, hay muchísima menos gente que en los zocos del centro, así que es una opción ideal si queréis alejaros del caos. La plaza principal del Mellah es Plaza des Ferblantiers, desde donde tendremos acceso a otros lugares emblemáticos como el Palacio el Badi.

Un detalle que tenéis que tener en cuenta es que en la mayoría de sitios no aceptarán billetes de 100 o 200 dirhams (10-20 euros), sino que os pedirán que paguéis con billetes más pequeños (20 dirhams), así que cuando cambiéis dinero pedir que os den varios billetes de 20 para las entradas de los palacios.

Después de casi una media hora paseando por el palacio, encontramos unas escaleritas que suben a una de las torres del palacio, desde donde podréis disfrutar de unas vistas espectaculares. Además, si vais en invierno, podréis ver las montañas nevadas de fondo.

Muy cerca del palacio se encuentran las Tumbas Saadíes, ubicadas junto a la mezquita Kasbah. Dichas tumbas fueron diseñadas por el sultán saadí Ahmed al-Mansour y cuyo principal atractivo es la Sala de las Doce Columnas. Cuando nosotros llegamos a las tumbas vimos una cola enorme que no sabíamos para qué era; pero allí nos pusimos. La verdad es que estaba lloviendo y se nos hizo un poco pesado, pero la espera valió la pena. Así que si cuando vayáis veis a un montón de guiris haciendo cola, uniros, es para ver la famosa sala de columnas blancas, y es preciosa.

Al salir de las tumbas, ya sobre las 11:30 de la mañana, empezamos a caminar hacia la Mezquita Koutoubia, el símbolo de la ciudad. Como el resto de mezquitas de la ciudad, está prohibida la entrada a los no musulmanes, pero sí podéis pasear por los alrededores y admirarla desde varios puntos de vista.

Tras pasear por los parques cercanos a la Koutoubia, volvemos hacia la Plaza Jamaa el Fna, desde donde empiezan los zocos. Y esa fue nuestra siguiente parada. En el zoco podrás comprar los típicos farolillos de metal, juegos de té, especias, ropa y todo tipo de recuerdos turísticos. Como era invierno y las horas de sol eran escasas, decidimos pasar el zoco bastante rápido para poder llegar a nuestros siguientes destinos, y dejar las compras y regateos para cuando se hubiera ido la luz.

Y, atravesando el zoco, llegamos a la Medersa Ben Youssef. La verdad es que era uno de los lugares que teníamos más ganas de ver, ya que nos habían contado maravillas de él, pero, lamentablemente, estaba en reparación y no pudimos entrar.

Justo al lado de la Medersa, se encuentra el Museo de Marrakech, pero nosotros solo teníamos un día en la ciudad y decidimos que no era una de nuestras prioridades.

Así que, ya sobre la 1 y media del mediodía, empezamos a andar hacia el exterior de la Medina para dirigirnos a Gueliz, la ciudad nueva, donde nuestro principal interés se centraba en los Jardines Majorelle. Estos jardines fueron diseñados por un pintor francés y contiene especies de todo el mundo, desde cactus, bambú y plantas acuáticas a cocoteros y bananeros. Además, sus fuentes, lagos y edificios de color azul hacen que el conjunto sea muy muy bonito y fotogénico. Nosotros fuimos andando y tardamos una media hora en llegar.

Tras una media hora paseando por el parque, empezó a salir el sol, así que aprovechamos que había dejado de llover para sentarnos en un banco a comer algo y reponer fuerzas. Y ya sobre las 3 de la tarde volvimos hacia el centro para poder ver el atardecer desde alguna de las terrazas ubicadas en la gran plaza.

Y, volviendo hacia el centro, dos hombres, por separado, nos explicaron que había una mezquita que estaba abierta para los turistas ese día. La verdad es que nos pareció bastante raro, ya que en las mezquitas no se puede entrar si no eres musulmán, pero como nos lo dijeron dos personas que no tenían nada que ver, nos lo creímos y seguimos a uno de los hombres que sabía donde estaba.

La verdad es que todo el camino fue un poco raro, no había ni un solo turista y no estábamos nada ubicados y, cuando ya parecía que estábamos llegando, entramos en una plaza donde no había ninguna mezquita y había gente muy rara. Así que empezamos a rehacer el camino que habíamos hecho de vuelta al centro.

Una vez en el centro, buscamos algún bar agradable para cenar y nos fuimos a la cama, que al día siguiente tocaba madrugar para irnos… ¡¡al desierto!!

Continuará...

 
 
 
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Mi nombre es Laura y tengo 22 años...

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